Los blinis son una tortitas esponjosas, de origen ruso, polaco y eslavo, a base de huevos, harina y leche. En este caso, he sustituido la leche por yogur, y el resultado es riquísimo. Se pueden acompañar con rellenos dulces o salados. El más clásico: la crema agria con pescados ahumados, o caviar.
En casa nos gusta acompañarlos con queso crema y salmón ahumado, aunque también hay partidarios de comerlos con pechuga de pollo asada y huevo frito. Las posibilidades son muchas: verduras asadas, setas, bacon con queso, chocolate, nata montada, mermeladas, y cualquier otro relleno que se os ocurra.
Ingredientes:
- Dos yogures naturales.
- Dos huevos.
- Dos medidas de vasito de yogur de harina.
- Un sobre de levadura.
- Sal.
- Aceite de oliva suave, o de girasol.
Preparación:
Mezclamos todos los ingredientes, excepto el aceite, en un bol, y los batimos bien con unas varillas (a mano), hasta obtener una masa fina y sin grumos. La dejamos reposar en la nevera, como mínimo una hora.
Tras el reposo, calentamos una sartén pequeña pincelada con aceite, y añadimos una porción de masa (de la cantidad de masa depende el grosor del blini). Dejamos que se dore por un lado, mientras crece la masa, y le damos la vuelta. Doramos por el otro lado, y listo. Seguimos hasta que se termine la masa, pincelando siempre la sartén antes de cocinar un nuevo blini, para evitar que se pegue.
Lo ideal es tomarlos calientes, recién hechos, aunque también están ricos si los calentamos en la tostadora. Y congelan perfectamente.
Fantásticos.
Sugerencia: Si los preparamos en versión mini, son una estupenda base para canapés.
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