No sé si a vosotras os pasa lo mismo, pero a mí me encanta cambiar las recetas; no me gusta comer siempre lo mismo. En casa, cuando me fallan las ideas para la cena, siempre hay alguien que propone: "¿una tortilla de patata?". Y a mí me encanta, pero también me cansa. Así que de vez en cuando añado algún ingrediente. Y esta vez le ha tocado al cebollino que, con algún toque más de mi hija Andrea, ha cambiado el sabor de la tortilla de siempre. Ha quedado muy rica, la verdad.
El cocinado es igual que con esta tortilla de patata tradicional, y también necesita un poco de cariño para dar tiempo a que se frían bien las patatas, eliminar el exceso de grasa, que absorban el huevo, y darle forma con mimo. Los consejos, los mismos. Y, a la hora de cuajar más o menos la tortilla, cada uno a su gusto.
Ingredientes:
- Un kilo de patatas.
- Seis huevos.
- Un manojo de cebollino.
- Pimienta recién molida. Yo he puesto una mezcla de negra, roja y blanca.
- Ajo en polvo.
- Sal.
- Aceite de oliva virgen extra.
Preparación:
Pelamos,
lavamos y cortamos las patatas en lonchitas finas. Calentamos una
sartén con abundante aceite de oliva virgen, y freímos las patatas a
fuego lento, con una cucharadita de sal, y tapadas hasta que se
ablanden. Apastamos las patatas con un tenedor, o con un prensa
patatas, sin apartarlas del fuego. Dejamos que se doren un poco, con la
sartén destapada y con calor medio.
Preparamos un recipiente resistente al calor, y colocamos encima un colador. Cuándo la patata esté ligeramente dorada, la sacamos con una espumadera y la metemos dentro del colador, para eliminar el exceso de grasa. Apartamos la sartén del fuego y retiramos todo el aceite.
Batimos con un tenedor los huevos en un bol amplio, con una pizca de sal encima de cada yema. Añadimos el cebollino lavado y picado fino, pimienta recién molida y ajo en polvo al gusto, y batimos. Cuándo la patata haya escurrido, la añadimos al bol, y mezclamos con un tenedor. Dejamos reposar durante un par de minutos, para que la patata absorba el huevo. Transcurrido este tiempo, la mezcla tiene que estar jugosa, con bastante huevo; si no es así, añadiremos un huevo batido más.
En la misma sartén que hemos usado para freír la patata, que habrá quedado con una pizca de aceite después de retirar el que hemos usado, echamos la mezcla de huevos, patata y cebollino, y dejamos que cuaje a fuego medio; le damos la vuelta, y lo mismo por el otro lado. Si os gusta con la superficie un poco tostadita, subid el fuego y quedará más rica.
Preparamos un recipiente resistente al calor, y colocamos encima un colador. Cuándo la patata esté ligeramente dorada, la sacamos con una espumadera y la metemos dentro del colador, para eliminar el exceso de grasa. Apartamos la sartén del fuego y retiramos todo el aceite.
Batimos con un tenedor los huevos en un bol amplio, con una pizca de sal encima de cada yema. Añadimos el cebollino lavado y picado fino, pimienta recién molida y ajo en polvo al gusto, y batimos. Cuándo la patata haya escurrido, la añadimos al bol, y mezclamos con un tenedor. Dejamos reposar durante un par de minutos, para que la patata absorba el huevo. Transcurrido este tiempo, la mezcla tiene que estar jugosa, con bastante huevo; si no es así, añadiremos un huevo batido más.
En la misma sartén que hemos usado para freír la patata, que habrá quedado con una pizca de aceite después de retirar el que hemos usado, echamos la mezcla de huevos, patata y cebollino, y dejamos que cuaje a fuego medio; le damos la vuelta, y lo mismo por el otro lado. Si os gusta con la superficie un poco tostadita, subid el fuego y quedará más rica.
Sacad pan a la mesa, una ensalada de buenos tomates con queso fresco y aguacate, y listo, a cenar.
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