Resulta muy cómodo comprar tomate frito ya preparado, aunque no hay ninguno como el casero, sobre todo si queremos librarnos de conservantes, colorantes, y otros aditivos.
Preparar una salsa de tomate es muy fácil, y sin duda vale la pena por salud y sabor. Hoy os presento la receta básica, que se puede enriquecer con otros ingredientes, como pimiento, calabaza, chalota, puerro, zanahoria..., y aromatizar con especias y hierbas aromáticas, como albahaca, romero, orégano...
- Un diente de ajo.
- Una cebolla pequeña.
- Un kilo de tomates rojos y maduros.
- Azúcar.
- Sal.
- Aceite de oliva.
Preparación:
Pelamos y cortamos el diente de ajo en lonchitas: pelamos y cortamos la cebolla en brunoise.
En una cazuela o sartén calentamos dos cucharadas de aceite de oliva, y sofreímos el ajo (cuidado, se quema enseguida). Cuándo comience a dorar añadimos rápidamente la cebolla, y dejamos que fría hasta que esté dorada, a fuego lento y sin prisas.
Mientras tanto, pelamos los tomates y los troceamos en pequeños dados. Cuando la cebolla esté dorada, incorporamos el tomate, una cucharadita de azúcar y una de sal, tapamos, y dejamos cocer a fuego lento, sin prisa, durante una hora al menos. Hay que vigilar que no se pegue el tomate en la sartén, y remover el conjunto varias veces.
Cuándo esté listo, trituramos, pasamos por el chino, sazonamos si es necesario, y listo: tomate frito casero, ideal para acompañar platos de carne o pescado, pasta, legumbres, empanadillas, y un sinfín de recetas. Además, congela perfectamente.
Consejos:
- Podemos quitar o no las pepitas a los tomates. Yo no las quito, porque paso la salsa por el chino. Si no vais a tamizarlos, lo mejor será quitar las pepitas.
- Cortar en brunoise es trocear las verduras en pequeños dados uniformes, de unos cinco milímetros.
- También podemos utilizar un bote de tomate triturado, aunque el sabor es incomparable con tomates frescos.
- El azúcar se utiliza para contrarrestar la acidez del tomate, pero si conseguís unos buenos tomates maduros y con sabor, no será necesario.
En una cazuela o sartén calentamos dos cucharadas de aceite de oliva, y sofreímos el ajo (cuidado, se quema enseguida). Cuándo comience a dorar añadimos rápidamente la cebolla, y dejamos que fría hasta que esté dorada, a fuego lento y sin prisas.
Mientras tanto, pelamos los tomates y los troceamos en pequeños dados. Cuando la cebolla esté dorada, incorporamos el tomate, una cucharadita de azúcar y una de sal, tapamos, y dejamos cocer a fuego lento, sin prisa, durante una hora al menos. Hay que vigilar que no se pegue el tomate en la sartén, y remover el conjunto varias veces.
Cuándo esté listo, trituramos, pasamos por el chino, sazonamos si es necesario, y listo: tomate frito casero, ideal para acompañar platos de carne o pescado, pasta, legumbres, empanadillas, y un sinfín de recetas. Además, congela perfectamente.
Consejos:
- Podemos quitar o no las pepitas a los tomates. Yo no las quito, porque paso la salsa por el chino. Si no vais a tamizarlos, lo mejor será quitar las pepitas.
- Cortar en brunoise es trocear las verduras en pequeños dados uniformes, de unos cinco milímetros.
- También podemos utilizar un bote de tomate triturado, aunque el sabor es incomparable con tomates frescos.
- El azúcar se utiliza para contrarrestar la acidez del tomate, pero si conseguís unos buenos tomates maduros y con sabor, no será necesario.
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