viernes, 16 de enero de 2015

PAN DE MOLDE


Cuándo un buen día decidí hornear mi propio pan de molde, no imaginaba cuánto nos iba a gustar en casa. No tiene nada que ver con el que podemos comprar envasado en cualquier tienda, sea de la marca que sea. Vale la pena prepararlo porque está riquísimo y además, nos libramos de conservantes y demás aditivos no deseados. Con cuatro sencillos ingredientes y un poco de paciencia, obtendremos un resultado sorprendente y,  a partir de ese momento, os aseguro que las tostadas del desayuno serán deliciosas, y los sandwiches perfectos.

Recetas hay muchas, yo he probado unas cuantas, y ésta es para mí la mejor. Por supuesto es un pan de molde básico, ya vendrán otros más elaborados.

Ingredientes:

500 gramos de harina de fuerza.
300 mililitros de leche.
50 gramos de mantequilla.
12 gramos de levadura fresca.
Una cucharadita de azúcar.
Una cucharadita de sal.
Necesitaremos un molde para hornear el pan.

Elaboración:

Comenzamos elaborando la masa, tarea que será más fácil si contamos con una amasadora. Ponemos la harina en un bol, añadimos el azúcar, la sal, seguidamente la mantequilla en pomada, la leche, en la que previamente habremos disuelto la levadura, y amasamos hasta obtener una masa elástica. Es una masa agradable y fácil de manipular porque no se pega, y con estas cantidades sale perfecta. Formamos una bola y dejamos levar en un bol hasta que doble su tamaño, en un lugar abrigado, tranquilo y sin corrientes de aire. Si queremos, podemos taparlo con un paño. Tardará aproximadamente una hora, aunque depende de la temperatura de la cocina; cuanto más frío, más tiempo de levado.

En esta imagen: la masa antes del levado.


Y aquí después del levado.


Seguidamente pincelamos nuestro molde con aceite o mantequilla previamente ablandada en el microondas. Volcamos la masa sobre la superficie de trabajo y la aplanamos bien, formamos un rollo e introducimos en el molde cuidando que quede uniforme, es decir, que no haya más masa en un lado que en otro, aplanamos y alisamos la superficie, y dejamos levar de nuevo hasta que vuelva a crecer y doble su volumen. Al igual que en el primer levado, la masa debe fermentar en un lugar abrigado y sin corrientes de aire. 

Si la superficie de trabajo y nuestras manos están húmedas, evitaremos que se pegue la masa y nos quedará más lisa.

En la siguiente foto, la masa en el molde antes del levado.


Y en ésta, tras el levado.


Precalentamos el horno a 200º, colocamos una bandeja con agua en el suelo del horno, e introducimos el pan tapado con papel de aluminio. Horneamos durante media hora, aproximadamente. Cuándo lo saquemos del horno es importante desmoldarlo lo antes posible, sin quemarnos, y enfriarlo sobre una rejilla,para que el pan no se humedezca.

Una vez frío, ya podemos cortarlo, siempre con un cuchillo de sierra. 

Hay que tener en cuenta que no tiene conservantes, y por tanto, si no se consume en el día se endurece. Lo ideal es congelar las rebanadas para utilizarlas cuándo queramos, aunque si su destino es la tostadora, se mantiene bien en el frigorífico durante unos días. En este último caso, yo lo guardo entero en una bolsa de plástico con cierre hermético, y cada día corto las rebanadas que necesito. 

¿Qué tal unas tostadas con tomate y aceite de oliva virgen en el desayuno?




Consejos:

- La mantequilla en pomada se obtiene dejándola un rato a temperatura ambiente, o bien con quince segundos en el microondas.

- La leche debe estar a temperatura ambiente. Si la tienes en la nevera, atempérala durante unos segundos en el microondas.

- La amasadora facilita mucho la tarea, aunque nada impide amasar a mano, como toda la vida.

- Para facilitar la fermentación, es útil colocar el bol o el molde con la masa encima de una superficie que no sea fría, como la madera o un paño. Hay que evitar el mármol de las encimeras.

- Antes de introducir la masa en el molde, es importante desgasarla muy bien para conseguir una miga uniforme sin grandes alveolos.

- Lo ideal es utilizar un molde desmontable porque se desmolda con mayor facilidad.

- El agua en la base del horno aporta humedad al horno, ideal para el horneado, y además evita que el pan se queme. También para evitar esto último sirve el papel de aluminio.

- Cuidado con el levado: si lo dejamos demasiado tiempo la masa se deshincha. Para evitarlo, es imprescindible el doble fermentado.

- Aunque el proceso parezca largo, la mayor parte del tiempo se dedica al levado de la masa, durante el que tan sólo hay que esperar mientras nos dedicamos a otro asunto. Cuanto menos nos acerquemos a la masa, mejor.

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